Hay una máxima en el mundo de la seguridad: ningún elemento es invulnerable. Es probable que las prestaciones de una determinada caja fuerte frustren al delincuente y desista. O que no se trate de un delincuente demasiado experimentado y profesional. No obstante, para los ladrones más cualificados, la única diferencia entre una caja fuerte convencional y una caja fuerte de gran calidad es el tiempo. El tiempo que necesitan para la apertura de la caja fuerte. Y, lejos de ser una cuestión nimia, marca las diferencias de una manera trascendental.

Después de todo, ningún delincuente quiere pasarse horas en el lugar del robo. Los propietarios podrán volver, las autoridades policías podrían llegar en el caso de que hubiese instalada una alarma en el recinto y, en general, aumentan muchísimo las probabilidades de ser descubierto. Por tanto, las cajas fuertes más seguras no suelen ser los objetivos de los delincuentes. Al contrario, suelen centrar sus esfuerzos en robar cajas fuertes de pocas garantías que les permitan abrirla rápidamente y abandonar el espacio en la mayor brevedad de tiempo posible.

 

Apertura de cajas fuertes

Lo apuntábamos antes: todas las cajas fuertes pueden abrirse. Puede tratarse de una apertura de la caja fuerte más inocua, donde no se producen daños estructurales. O puede tratarse de una apertura mediante técnicas de corte electromecánicas mucho más nocivas. Sea como sea, de una manera u otra, ninguna caja fuerte es capaz de proporcionarnos una protección absoluta. Repetimos: lo único que ganamos con una caja fuerte de calidad es el tiempo. Y no es poca cosa. El tiempo es clave. Tanto para protegernos como para desalentar a los ladrones.

La principal razón de la vulnerabilidad de las cajas fuertes procede de los propios cerrajeros. Los profesionales de este oficio han ido desarrollando, década tras década, innumerables técnicas de apertura de cajas fuertes y puertas de seguridad con el objetivo de satisfacer las necesidades de sus clientes. Por ejemplo, cuando alguien pierde las llaves o la combinación de su caja fuerte y se queda sin acceso a ella. En esos casos, los cerrajeros son los encargados de devolverle el acceso. El problema es que los delincuentes han ido copiando estas técnicas para abrir todo tipo de cajas fuertes de seguridad.

 

Cómo robar una caja fuerte

Así llegamos al quid de la cuestión. Los ladrones han incorporado a su recetario muchos de los métodos ideados por los cerrajeros acerca de cómo abrir una caja fuerte. Y hoy queremos hablaros de los tres más utilizados en este sentido. Como el método de la ganzúa tubular. Se trata de una herramienta que posee unos pines retráctiles capaces de amoldarse a la profundidad y geometría de una cerradura. De esta manera, consiguen transformarse en una auténtica llave perfecta. Solo tienen que introducirla, hacerla girar y fijar con un botón de fijado que lleva.

También encontramos frecuentemente el forzamiento mediante ganzúas a la hora de robar cajas fuertes. Para ello, los delincuentes utilizan una serie de varas tensoras y contrapesos que consiguen destrabar los cierres de seguridad de las cerraduras. Son dos técnicas muy empleadas por los propios cerrajeros, ya que producen pocos daños a la caja fuerte. De esa manera, los propietarios se ahorran una buena cantidad de dinero en la reparación de la misma. Algo que no ocurre con nuestro tercer y último método del día: el corte con radial.

En este caso, los delincuentes utilizan herramientas más destructivas. Lo primero que hacen es introducir en las zonas donde se encuentran las bisagras una palanca. Una vez tienen la palanca entre la puerta y la propia caja, lo golpean con un martillo para generar espacio. Ahí introducen el disco de radial y van cortando poco a poco las bisagras. Luego solo tienen que hacer palanca para que la puerta ceda. Uno de los métodos más usados para robar cajas fuertes. Y utilizado por los cerrajeros solo en situaciones extremas, por los daños que genera.